Pedro decidió cambiar su automóvil que ya tenía unos ocho
años de uso por uno nuevo. Con el valor de reventa de su vehículo más algo de
dinero que había logrado reunir, se dió a la tarea de buscar información entre
las diversas alternativas disponibles dentro del monto que disponía.
La tarea no era fácil, pues las alternativas eran muy
variadas. Buscó información en la
Internet donde encontró muchos comentarios sobre los
distintos modelos, preguntó a sus amigos, e incluso a los taxistas, hasta
lograr reducir las opciones a sólo dos o tres, sin dejar por supuesto de
considerar sus gustos personales.
En las últimas
semanas su correo electrónico había sido invadido de ofertas de distintas
automotoras que no entiende cómo se enteraron que estaba en búsqueda de un
nuevo modelo. Le ofrecían todo tipo de estímulos como la patente gratis,
garantías, adicionales, tratamiento preferente, etcétera. De un momento a otro,
tuvo la agradable sensación de tener un cierto poder.
Mientras se dirigía a las automotoras, recordaba que cuando
niño había acompañado a su padre en la mañana de un sábado a la única
automotora de la ciudad a buscar el primer automóvil de la familia: un Citroen
Ax330, también conocida como “citroneta”.
El proceso de selección en aquel entonces, fue mucho más
sencillo dadas las alternativas de acuerdo al presupuesto, pues se reducían
sólo a dos considerando el Fiat 600, que
su padre había descartado por el espacio más reducido y tener sólo dos puertas.
No tenía sentido informarse demasiado ni mucho menos exigir un test drive,
asunto inexistente en aquellos tiempos, para qué hablar de la Internet.
Juan finalmente se había decidido a cambiar su viejo
televisor por un pantalla plana sorprendido por la baja del precio de estos
aparatos que hace tan sólo dos o tres años atrás figuraban a precios
inalcanzables.
Las escapadas de Juan
No tanto tiempo atrás cuando acompañaba a su esposa al
centro comercial, mientras ella estaba tiempos interminables en el departamento
de ropa probándose una y otra prenda mientras las dependientes la atendían con
una paciencia infinita como si se tratase de la Reina de Saba , Juan
acostumbraba ir al departamento de
electrónica donde veía asombrado esos enormes televisores de 40 pulgadas en un
enorme mueble, tan enorme como su precio, que ni siquiera cabía en su pieza.
Sólo algunos años después, el enorme armatoste había
desaparecido y sólo quedaba una pantalla ultra delgada, y luego, en un par de
años, su precio se había reducido tanto como el grueso del mueble.
Un buen día llegó a su casa con la idea de cambiar su viejo
televisor metida en su cabeza. Sólo debía enterarse del significado de esas
curiosas palabras como “LCD”, “Plasma”, “LED”. No le habían quedado muy claras
las explicaciones que tímidamente le había pedido al dependiente, así es que
buscó en la Internet
distintas definiciones hasta que logró enterarse, dentro de lo que es posible
que un neófito pueda entender.
Ahora sólo restaba decidir dónde y cómo financiar su compra,
ya que contaba con una parte en efectivo y el resto debería financiarlo
mediante un crédito.
Cuando llegó a la tienda elegida, con la idea clara de cuál
era el aparato que quería, le dijo con cierto aire de autoridad al dependiente
“quiero ése”.
¿Qué tienen en común estas dos historias?
Pues yo veo al menos dos: En primer lugar el
“empoderamiento” creciente del
consumidor gracias a las alternativas crecientes y a la información disponible.
En segundo lugar, ninguno de ellos recurrió al Sernac ni al
Conadecus para tomar su decisión ni lo tuvo jamás en mente cuando entró a la
tienda.
El cliente tiene un mayor nivel de sofisticación y usa las
opciones en su favor.
2 comentarios:
Muy atinado y lo comparto 100%.
Muchos de los "derechos" que nos ofrecen los políticos son en realidad la forma que tienen de beneficiarse viviendo del erario.
Vicente, intenté poner un enlace a este sitio en mi blog pero algo no funciona bien.
Hola,
Me llamo Liliana Costa y soy una redactora freelance que colabora con una de las principales webs de avisos de Chile.
He visitado su blog y me gustaría proponerle una pequeña colaboración en materia de contenidos.
Mi mail es web@yapo.cl
Le agradezco de antemano su respuesta y le deseo un buen día.
Atentamente,
Liliana Costa
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