Las aventuras deYuji Chida en Fukushima

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Yuji Chida por fin había encontrado trabajo después de haber pasado por el período más oscuro de su existencia. Cualquier cosa le servía aunque tuviese que trabajar en algún turno de la planta nuclear Fukushima como encargado de aseo.
Atrás habían quedado sus tiempos de ejecutivo de la cooperativa de vivienda de Aomori que había perdido por el embrujo de una meretriz chilena de nombre Anita de quien se dice que estaba viviendo plácidamente en aquel lejano país del sur.
Ninguno de los ingenieros conocía su pasado, sin embargo había podido entablar algunas conversaciones con algunos de ellos durante sus largos turnos. Su trabajo le había permitido conocer bastante bien las distintas dependencias de la planta.
Aquel día 11 de marzo se encontraba comenzando su faena en el salón central de control y como siempre que pasaba por ahí, se quedaba mirando los paneles iluminados que cubrían las paredes y el ir y venir de los técnicos e ingenieros durante el cambio de turno.
Ya había aprendido la rutina de entrega de turno en que el encargado le daba la información al entrante de las últimas novedades.
Todo normal – decía uno de ellos – los reactores 1, 2, y 3 están en funcionamiento, el cuatro se mantiene en mantención programada y su combustible de desecho está en la piscina.

 El monstruo de las costas de Honshu.
Yuji pensó por un momento que era su falta de costumbre en el trabajo la causa de ese repentino temblor en sus piernas, pero rápidamente se dio cuenta que era uno de esos frecuentes terremotos que de cuando en cuando azotan a Japón y a los que él como el resto se habían acostumbrado.
Los técnicos estaban muy bien entrenados y sabían exactamente qué hacer y qué cosas verificar.
Uno de ellos mirando su pantalla decía: “barras de control insertadas en el núcleo, reacción en cadena detenida, sistemas de refrigeración funcionando, calor residual al 3%.
Todo parecía ir bien, los técnicos sólo se limitaban a verificar que la planta realizara automáticamente estos procesos como ocurría siempre cada vez que había un sismo a partir de cierta magnitud.
A Yuji le estaba costando mantenerse en pie mientras en sismo no parecía detenerse sino aumentar su intensidad. Los técnicos ya estaban callados y miraban a su alrededor cuando de pronto sobrevino un breve apagón y a continuación se prendieron las luces de emergencia. Los técnicos de avalanzaron sobre los controles y sus pantallas y uno de ellos exclama sin sacar la vista del monitor: “¡ sistema de refrigeración sin energía!”.
¡Sistemas de respaldo! Grita al otro lado de la sala el encargado. Pasaron unos segundos y se siente de nuevo la voz, esta vez gritando ¡Sistemas de respaldo!.
¡Sistemas de respaldo activados!- se escucha desde el otro extremo de la sala con voz de alivio.

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1 Comentário:

Javier Bazán Aguirre dijo...

Sigue explicando las cosas difíciles con cuentos al mejor estilo de los mitos de Platón.

Primero nacieron los cuentos, luego los ensayos y tratados.

 

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