Los vecinos del Palacio de los Soviets vivían bien pero muy poco.

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Uno de los lugares que sueño conocer es Moscú, su edificios emblemáticos con tanta historia y belleza como La Catedral de San Basilio. Entretanto debo conformarme con reseñas de sus inconfundibles construcciones como el Museo Histórico, el monumental GUM (antiguo centro comercial), el edificio del Kremlin y la que


me llevó a escribir este posteo: La Catedral del Cristo El Salvador y su sorprendente historia.
Probablemente sabían - por lo menos Violante de seguro que sí – que esta catedral ortodoxa levantada en el siglo XIX, cuya construcción demoró nada menos que 44 años, fue dinamitada hasta sus cimientos para dar lugar al demencial sueño de Stalin: el fabuloso Palacio de los Soviets, no sin antes retirar el oro que revestía sus cúpulas y todas sus riquezas.
El colosal edificio tendría una altura de 415 mtrs y una estatua de Lenin de 100 metros en su cima y sólo su dedo índice mediría seis metros. La construcción del edificio consumiría siete años de la producción de hormigón de la URSS, pero el
ampuloso proyecto llegó sólo hasta la enorme excavación y construcción de sus portentosos cimientos pues además de serios inconvenientes técnicos debido a porfiadas filtraciones por afloraciones de aguas subterráneas, se sumó el inicio de la guerra, hasta que finalmente años después el proyecto fue reemplazado por una monstruosa piscina en la que cabría prácticamente toda la población de Moscú.
A modo de ejemplo, cito sólo algunas descripciones de este demencial proyecto:
“El Palacio de los Soviets tendrá una altura de 416 metros. Unos ochenta días al año, la estatua de Lenin, que coronará el edificio, estará cubierta por la bruma. Por su volumen, el Palacio de los Soviets superará a todos los grandes edificios existentes en el mundo. Sería necesario sumar el volumen de seis rascacielos, de los más grandes de Nueva York, para obtener el volumen interior del futuro Palacio de los Soviets: igual a casi siete millones de metros cúbicos. Su ancho será de un cuarto de kilómetro, la longitud excederá en medio kilómetro, la superficie total que abarcará la obra será de unos 120.000 metros cuadrados. Pero, naturalmente, la importancia del Palacio de los Soviets no se determina únicamente por sus enormes proporciones y por la longevidad milenaria de la obra...”


Por su parte, la Catedral del Cristo El Salvador fue reconstruida en la década de los noventa en su ubicación original.
La agitada vecindad
Poco antes, por la misma época, en 1931 se inauguró muy cerca de allí, frente al Kremlin junto al río Moskva, la Casa del Dique ,el complejo residencial más grande de toda Europa con todo lujo de instalaciones y servicios. Realmente era una ciudad dentro de otra. Los destinatarios de sus exclusivos apartamentos serían los más destacados miembros de la élite soviética.
El arquitecto elegido fue el mismo que fue responsable del diseño del Palacio de los Soviets
Había que dar solución a un creciente problema en Moscú, pues se concentraban militantes comunistas venidos de todas partes de la URSS y también del extranjero. La ciudad adquirió una febril actividad y la gente se hacinaba en pensiones o cualquier sitio habitable. La élite soviética no escapaba de esta sobrepoblación y se agolpaba en edificios de apartamentos, hoteles o el mismo Kremlin, donde ya vivían cerca de 1.300 personas.
A causa de esto, en 1927 se decidió construir un edificio de apartamentos para acoger en buenas condiciones las figuras más destacadas del régimen.
Los 505 apartamentos del complejo poseían todos equipamientos imaginables en esa época: fogones de gas, agua caliente, teléfono, radio, gramófono, muebles de roble… Todos los enseres eran proporcionados por la administración del Kremlin, quien mantenía un escrupuloso inventario y recaudaba un pequeño importe mensual en arriendo.
En cuanto a servicios, el edificio disponía de todo lo que una pequeña ciudad podía ofrecer sin salir de sus límites: banco, lavandería, escuela, centro médico, supermercado, gimnasio, cine, jardín, oficina de correos, todo exclusivo para los vecinos. Además, cada familia contaba con su propia asistenta y no tenía necesidad alguna de cocinar, ya que recibían unos cupones intercambiables por comida preparada.
En 1932, cuando el edificio quedó plenamente ocupado, el número total de residentes era de 2.745 personas. Algunos de los vecinos más ilustres que tuvo la casa fueron: Nikita Jruschov (Presidente de la URSS entre 1953 y 1964), Georgi Zhúkov (Mariscal que lideró la victoria en la Segunda Guerra Mundial)

El enrarecido ambiente

A todo esto, en la Unión Soviética la paranoia conspirativa alcanzó su culminación en 1937 y 1938, cuando fueron ejecutadas cerca de 700.000 personas. El ataque contra la elite comunista, supuestamente infiltrada por los conspiradores al servicio de potencias extranjeras llegaba a niveles demenciales.
Stalin llegó a creer que el partido debía ser purgado de elementos indeseables. Al principio se centro contra los que acusaba de conspirar con las naciones occidentales para asesinarlo y a otros líderes prominentes, así como para desintegrar la URSS y restaurar el capitalismo.
La limpieza de elementos contrarrevolucionarios se volvió irrespirable y les toco a los propios purgadores.

Cuando llueve todos se mojan

La Casa del Dique no quedó fuera de este infierno y lo que empezó siendo un sueño acabaría en pesadilla: en pocos años una tercera parte de sus residentes caerían víctimas de las purgas de Stalin, convirtiendo el edificio en un símbolo de ese oscuro período de represión.

Por ejemplo, en cada escalera había un conserje que guardaba las llaves de todos los pisos y vigilaba los movimientos de los residentes. Toda entrada o salida de personas y enseres se registraba. Algo tan simple como regalar un trozo de pastel a un familiar debía ir acompañado de su notificación escrita y sello correspondiente.
El control por parte del NKVD (precursor del KGB) era tal que se dice que intencionalmente se habían construido finos tabiques del edificio para permitir escuchas con los métodos de la época. Curiosamente, el único piso insonorizado era el ocupado por Vassily Stalin, un apasionado de la música Jazz.
Si desde un principio la casa había estado sometida a una estrecha vigilancia, con el aumento de la paranoia de Stalin se convertiría en el epicentro de la represión política de la segunda mitad de los años 30. El punto álgido llegaría con la conocida cómo Gran Purga, que, entre los años 1936 y 1938, acabaría con más de un millón de personas muertas (ejecutadas o torturadas) y 2 millones de condenados a trabajos forzosos en gulags
Durante esos años de terror, los conspicuos habitantes de la Casa del Dique sufrieron a diario las visitas de los agentes del NKVD, quienes irrumpían de noche en los apartamentos para llevarse los designados por Stalin, mientras éste podía observar la escena desde la otra orilla. Eran llevados a los sótanos de la central del NKVD en la donde no solía haber otra salida que una ejecución sumaria o una condena a trabajos forzosos en Siberia.
El mismo sistema que habían contribuido a construir y que les había llevado a la cima se convirtió en una trampa mortal de la que no pudieron escapar. El balance de víctimas de la Casa del Dique superaría las 800 personas, entre ejecuciones (unas 250), suicidios, torturas, condenas a gulags y niños enviados a orfanatos. Después de la Gran Purga varias centenas de departamentos quedaron vacíos.

6 comentarios:

Violante Cabral dijo...

Moraleja, hasta para construir un edificio se necesita de un mínimo de libertad, privacidad y tranquilidad.

Heitai dijo...

Recuerdo haber visto en un programa de TV, que la casa en cuestión, tenía un acceso distinto para que la Cheka o Nkvd entrara y saliera sin ser notados por los otros residentes. Más que una moderna construción del amanecer socialista, no era otra cosa que una actualización de los antiguos castillos y palacios de la Edad Media europea, solo que el calabozo estaba en Lubyanka y la salida en Siberia, o bajo tierra. ¿Neruda se habrá comido un bellini en alguna de esos departamentos? Sería esa un buena foto, para este modelo de "buen padre", digno compañero de Stalin, llenando su estómago en la mesa de los muertos.

vicente dijo...

Buen dato Heitai y muy verosímil, gracias.
Aunque lo de la salida en Siberia parece que es como mucho. Trataré de verificarlo.

vicente dijo...

Cierto Violante, sin libertad los edificios son sólo jaulas de oro

Heitai dijo...

Jaja... me refería a que si tenías suerte, salías de Lubyanka al gran Gulag de Siberia, sino salías de Lubyanka a la tumba con una bala en la cabeza.

Marcos dijo...

La frase de Violante "hasta para construir un edificio se necesita de un mínimo de libertad, privacidad y tranquilidad" me resono mucho,y tarde en darme cuenta que en una visita guiada en el museo del Malba en Buenos Aires cuando fui de paseo, el guia lo dijo en relacion a una obra de arte, pero realmente no me acuerdo cual era :S

 

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