Sorprendente descubrimiento: las supernovas explosan cuando hay escasez de noticias.

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En junio del 2010, siete meses antes de este posteo, circuló en diversos medios la noticia que la estrella Betelgeuse podría explotar en cuestión de semanas. Se sucedieron las más fantásticas descripciones del final de la superestrella, de lo que seríamos testigos en primera fila de noches convertidas en días con dos soles en el cielo.
A los pocos días el Instute of Astronomy de Hawaii de donde se atribuía el origen de la noticia desmintió la información. Luego se supo que este rumor había surgido de un foro público.
Obviamente el desmentido no tuvo la misma cobertura, mejor dicho, ninguna.
Ayer, 23 de enero de 2011 vuelve a aparecer la misma noticia con titulares como: “La Tierra podría ver un "segundo sol" a finales de este año”.
Como siempre, citando fuentes como “agencias” sin ningún apellido y el resto absolutamente igual a la noticia original de hace meses atrás. Esta vez sí, se incorporó al final : “o incluso en cualquier momento durante los


próximos millones de años.” , sin importar en grotesco contraste con el titular que fue evidente hasta para los lectores quienes se encargaron de reventar al o los periodistas autores de la nota.
La verdad sobre Betelgeuse
Betelgeuse es una estrella gigante roja muchas veces más grande que el Sol(ver imagen con tamaños realtivos. El Sol es el puntito que aparece en la parte inferior), tanto que su diámetro abarcaría hasta la órbita de Júpiter. A pesar de no ser la estrella más cercana a nosotros (425 años luz), aparece como una de las más brillantes debido a su tamaño, aunque es una estrella variable, es decir, su luminosidad es fluctuante.
En realidad esta estrella está en las últimas, de hecho se ha detectado una importante contracción a partir de 1993 (más de un 15%), lo que se interpreta como una señal de su inminente colapso.


Pero este evento puede ocurrir de aquí a cien mil años por lo menos. Esto quiere decir que la probabilidad de que colapse ahora en el mejor de los casos es uno en cien mil.
El efecto luminoso del colapso en todo caso, no superaría la luminosidad de la luna en cuarto menguante.
¿Qué le costaba al periodista darse esta molestia si para eso le pagan?.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Si William Randolph Hearst viese a los medios actuales, estaría satisfecho: la semilla que sembró germinó de una forma espectacular.

Los periodistas actuales son frutos de esas plantas purpúreas y negras: pseudo-expertos en todo que creen que pueden dominar el mundo, cuando ni siquiera saben dónde demonios están parados.

Saludos desde Endelstadt, la ciudad donde los periodistas no son una casta intocable.

Violante Cabral dijo...

Esas obsesiones astronómicas de los periodistas son fascinantes. Ahora se las dan de científicos. A ver si algun dia se las dieran de informadores honestos y confiables.

Javier Bazán Aguirre dijo...

No tienen nada más que hacer. Así de simple.

 

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