Mi fideicomiso ciego y mudo.

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Yo soy el primero en tener un fideicomiso ciego y además mudo. Ignoro el destino de los fondos acumulados con los impuestos pagados durante toda mi vida. Sólo sé que no han sido bien administrados.
Así pues, ahora me entero que además tengo fabulosas deudas históricas con ciertas “etnias originarias”, con profesores, minorías sexuales, con el clima, con acreedores que son convocados a cobrarme hasta por televisión para que pasen por caja dada su supuesta condición de “ víctimas de la dictadura”.

Deudas para las que no corren los seguros de desgravamen, pues hasta mis descendientes deberán seguir pagando por ello.
Mis albaceas, que han convertido mis activos en sólo pasivos, no saben ni cómo me llamo, pero yo sí sé quienes son. ¿En qué momento de locura les conferí la facultad de firmar pagarés a mi cargo como el Convenio OIT o el informe de “Deuda histórica” de los Diputados?.
Administran mis recursos y con ellos exhiben orgullosos el título de progresistas y solidarios gracias a tan altruista administración inspirados en su “vocación de servicio público”. ¿Cómo es que siempre logran hacerme sentir y verme como culpable a pesar de todo para extraer un poquito más cada vez? .
¿Cómo es que la delincuencia es mi culpa y los delincuentes sólo son víctimas de la “falta de oportunidades” si yo les pago hasta el abogado, los psicólogos y todas esas cosas que no puedo pagar ni siquiera para mí?.

 

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